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De la codependencia a la libertad

Gran parte de nuestro condicionamiento está basado en evitar el miedo y el dolor. Como resultado, nos hemos procurado un estilo de vida basado en evitar estos sentimientos. En nuestra cultura hay muy poco apoyo al trabajo interior. Sería difícil entrar a algún supermercado y oír por los altavoces alguna canción sobre el gozo de penetrar en tu interior, de sentir el dolor y entrar en meditación profunda. Al contrario, probablemente oiríamos algo como: “Mi chica acaba de dejarme y me siento tan triste. ¿Por qué la vida siempre me trata tan mal?

Se nos ha condicionado a escapar de nosotros mismos a través del encuentro con el “amor”. Dada la profundidad de nuestro miedo y de nuestro dolor, existen motivos importantes para querer escapar de ellos, y una de las grandes decepciones con la que nos enfrentamos viene cuando creemos que encontraremos alguna persona que nos hará felices y los eliminará. Rara vez nos damos cuenta de que nuestra búsqueda y nuestros dramas “amorosos” son una forma muy eficaz de evitarnos a nosotros mismos, así que gran parte de nuestra huida del miedo proviene de nuestras relaciones amorosas como formas habituales e inconscientes de escapar.

Este sueño nos ha seducido desde la niñez con cuentos de hadas encantados. Dice: “Existe un príncipe o una princesa maravillosos esperándote por allí y cuando les encuentres todos tus sueños se harán realidad.” A un nivel más profundo, lo que la voz me decía era: “Cuando encuentres a la persona correcta se habrán acabado el dolor y la soledad.” Desde la niñez se nos ha inculcado esta fantasía a través de libros, canciones de amor, la televisión y las películas. [...] Rendirse al sueño romántico es fácil, pero eso no tiene nada que ver con rendirse al amor.

Thomas. O. Trobe (Krishnananda), De la Codependencia a la libertad.

Sí; estaréis juntos aún en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra unión. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena;

Que sea, mejor, un mar moviéndose entre las orillas de vuestras almas. Llenaos el uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una misma copa.

Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

Cantad y bailad juntos y sed felices, pero que cada uno de vosotros sea independiente. Las cuerdas de un laúd están solas, auque palpiten con la misma música.

Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.

Porque únicamente la mano de la Vida puede contener los corazones. Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están separados. Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble.

Khalil Gibran, El Profeta.

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