El poder ignorado
El poder ignorado
En los últimos años y en los últimos meses sobre todo se ha empezado a ver que la cuestión del parto respetado y de la menstruación aparece poco a poco en las redes sociales. Hay cada vez más cursos relacionados al parto respetado, a la menstruación consciente y a los círculos de mujeres. Las palabras Doula y Menstruación empezaron a formar parte del vocabulario popular; el útero empezó a visibilizarse a través ser nombrado; las cuestiones que nos atañen fisiológicamente a las mujeres empezaron a entrar en la consciencia colectiva. Pero no está hecho todo el trabajo. Hablar de las iniciativas de proyectos de ley que hoy en día existen en Argentina, es alentador, pero el camino es largo y hay mucho por transmitir.
En necesario entender que de lo que no se habla, aquello que no se nombra deja de existir. Y cuando se nombra por debajo, soslayándolo en alguna conversación, se convierte en tabú. Todavía existe muy arraigada la idea de No quería saber tanto o Eso es algo íntimo tuyo, relacionados con el periodo de la mujer.
El problema de lo aprendido
Surgen ciertas preguntas como por qué las mujeres y hombres empezamos a hablar de la menstruación o por qué, aún no siendo madres ni padres, nos importa el parto respetado y la crianza consciente. La respuesta surge de ciertas contradicciones con los que nos incomodamos, investigamos e inevitablemente comenzamos a cambiar. Nos horrorizámos de la ablación femenina, pero no nos damos cuenta que en nuestra cultura occidental sucede exactamente lo mismo: la sociedad nos amputó y sigue haciéndolo. La real capacidad de la mujer de sentir placer tanto como estar conectada con su útero y con todos sus órganos sexuales, nos aplaca el poder que eso nos otorga. Porque si el placer sólo lo puede dar un otro el poder lo tiene ese otro. Esto sucede, en la gran mayoría de casos, por la falta de conocimiento del propio cuerpo. No hablamos de una idea espiritual o del orden de lo esotérico. Existen conexiones neuroemocionales en el cuerpo de la mujer que dejaron de funcionar por la invisibilización del útero y su agarrotamiento. Eso es lo que sucede cuando dejamos de utilizar una parte del cuerpo por muchísimos años.
La cuestión del conocimiento de lo femenino va mucho más allá del placer: es una cuestión de poder. Es la domesticación de la mujer para que sea un "hombre con pechos". Para que se guíe por valores masculinos que a su vez son valores desvirtuados, centrados únicamente en la productividad como forma de valoración de las personas. Aquí uno es valorado por cuánto y cuán bien hace.
Es tanto lo que hay para decir sobre esto que abarca cuestiones sociológicas, psicológicas, económicas y también espirituales.
Si la mujer recupera su poder femenino, su intuición, sus espacios y su sabiduría, estas sociedades desvirtuadas se desintegran.
Nuestra alternativa, el cambio de paradigma
El yugo sobre la energía más intensa, aquella capaz de engendrar vida, pierde todo su poder cuando se despierta la consciencia de lo expansivo, nutricio y vital del valor femenino. Si hay consciencia sobre esto, se deja de lucrar con los nacimientos, con los ciclos y con la vida misma. Esto ya está sucediendo. Muchos hombres despiertan y entienden que tampoco pueden ni quieren sostener ya, ésta sociedad patriarcal que nos defenestra a todos. Para esta sociedad de valores violentos, aquello que desencaja como lo es la menstruación y ciclos femeninos, está mal porque no tiene un fin productivo.
Las preguntas que más resuenan son simples y complejas a la vez ¿Por qué hay que estar todos los días produciendo?, ¿Produciendo qué?, ¿Para quién? y ¿Con qué fin? Quizás con el fin de que todos, hombres y mujeres, nos olvidemos que dentro nuestro reside el poder más fuerte y revolucionario: El amor propio y la conciencia de que la naturaleza nos regala su sabiduría. Solo hay que saber apreciarla.