Los límites y la comunicación
Hay dos cosas importantes que poner de manifiesto respecto a los vínculos: lo que se consensua y lo que se siente equilibrado.
El equilibrio no se trata de tener relaciones 50-50, en donde ambas partes ponen lo mismo en igual cantidad. Eso no es vinculante, más bien es contractual. El equilibrio sucede cuando sentimos que la relación es integrativa y equitativa. Equidad es aquello que nos “empareja”, que nos pone en el mismo carril, nivel, frecuencia. Y para que esto suceda, necesitamos poner en juego el propio deseo y sentir a través de la comunicación.
Hasta aquí nos encontramos ya con por lo menos 3 puntos complejos y conflictivos:
Lo que cada parte del vínculo trae como bagaje de creencias sobre la ética de un vínculo (lo que solemos llamar “códigos”), que vienen integrados por una síntesis entre lo que se nos filtra a nivel socio-cultural, lo que nos inculca nuestra familia y las vivencias que fuimos generando y aprendiendo de ellas.
El propio sentir y percibir de lo que cada unx pone en juego o da al vínculo y qué valoración le da a eso
Lo que cada unx percibe y registra, y su valoración, sobre lo que lx otrx pone en juego o da al vínculo
Todos estos son puntos de fricción o encuentro en tanto podamos comunicarnos y consensuar algo con la otra persona con la que nos estamos relacionando.
Consensuar no implica siempre llegar a una democracia vincular. A veces consensuar implica ver hasta qué punto es posible dialogar y cuando ya no lo es, ver cuánto negocio interna o externamente con esa otredad. Lo que creo que necesitamos recordarnos es que la otredad y sus bordes pueden ser respetados sin que eso me implique sometimiento. Esto también es un punto clave: Cuando creemos que el límite que nos pone un otro (o aparece en el vínculo) es algo a lo que tenemos que someternos o acatar, estamos fritxs.
Ahora, ¿Cómo hago para convivir con las diferencias? Podemos nombrar hasta dónde estamos dispuestos a dar, o a sostener una frustración, o qué maneras consensuadas nos permiten sostener ese vínculo o qué me compensa en aquello que no relata mí sentir, pero a lo que estoy dispuestx a elaborar, integrar y sostener porque me interesan otros aspectos del vínculo o del acuerdo.
Lo que es indudable sobre el encuentro con los límites de lxs demás es que pone de manifiesto algo trascendental: el propio deseo.Y es ese el néctar que brota del conflicto, al cual le podemos seguir la pista. Ahí está lo nutricio.
Sería interesante ver de qué maneras revelarnos ese deseo y darle cauce, puenteando las tremendas proyecciones que traemos a lo vincular; que sí, revelan el deseo propio, pero también erosionan los vínculos y nos traen dolor, y muchas veces este relámpago del conflicto nos sume en tal emocionalidad que no le podemos prestar real atención a lo propio que se está poniendo en juego, que es esta pista del deseo que nos quiere llevar hacia sí; muchas veces muy lejos de lo que creíamos que era la vida que queríamos, y otras veces, no tanto.